En la época del Imperio Romano, se implementó el concepto de
suelo técnico elevado con el Hipocausto, un sistema que permitía la circulación
de aire caliente debajo del suelo a través de canales. En los años 60, la
empresa europea Hiross comenzó a fabricar suelos técnicos para salas técnicas,
enfocándose en la protección contra incendios, control de humedad, temperatura
y acústica. Posteriormente, en la década de los 70, la empresa española POLYGROUP
mejoró estos suelos para adaptarse a las exigencias de las instalaciones
técnicas.
Durante los años 80, los suelos técnicos se expandieron a
oficinas de gran tamaño, mejorando sus características para ofrecer
estabilidad, aislamiento y seguridad. Estos suelos modulares permiten ocultar
cables y facilitan ajustes, reparaciones y reubicaciones en edificios de
oficinas, reduciendo los tiempos de instalación y mantenimiento. Además,
posibilitan cambios en la disposición de los puestos de trabajo de manera
cómoda y sencilla, adaptándose a las necesidades cambiantes de los espacios de oficina.
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